Bastantes fueron las voces que el año pasado por estas fechas -cierto es que tras un mes de junio, digamos, convulso- manifestaban que la temporada 2015/16 para el FC Cartagena debía ser de transición. Una campaña en la que el Club basase su metamorfosis, de la tenebrosidad anterior, hacia el prometedor ciclo que aparentemente se avecina.
Dicha ilusionante concepción se tradujo en una condescendiente exigencia deportiva para el equipo que, por entonces, dirigía Víctor Fernández. Expresiones del tipo con no sufrir es suficiente o vale quedar en mitad de la tabla inundaban el llamado entorno y se convirtieron en recurrencias habituales para prensa y aficionados. Conste que servidor también compartía aquella mirada benevolente a una plantilla reconstruida casi desde cero y a una entidad estructuralmente bajo mínimos, pero no hasta ese punto.
Atlas, sosteniendo el mundo |
¿Que por qué digo esto? Porque la historia la tengo en cuenta. Está claro que una camiseta, por el mero hecho de lucir unos determinados colores o un particular escudo, no gana partidos sola. Evidentemente. Pero el peso de la historia cuenta, siempre cuenta. Ha de respetarse, y me explico.
El FC Cartagena cumplió el pasado 27 de julio los veintiún años de edad. No es tan joven. Y, de esos veintiún años, quince han sido en la categoría de bronce del fútbol español. Se ha convertido, por derecho propio, en uno de los clásicos de 2ªB en este Siglo XXI y se