lunes, 20 de marzo de 2017

Cartagonova: un estadio condenado

Las creencias que forjamos en nuestras mentes siempre están basadas en unos motivos, que sin ser necesariamente reales ni objetivos, nos resultan suficientes para confirmar esa certeza. Y no nos solemos sentir orgullosos de esas opiniones sin base científica, pero si se dan las mismas coincidencias desembocando en el mismo desenlace una y otra vez, comienzas a pensar que hay algo que influye. Algo así ocurre al aficionado cartagenero cuando llega un partido como local de alto interés, que los antecedentes los conocemos y el desgraciado final también.

El Córdoba celebrando su ascenso en el año 1999
En teoría, cuando un estadio está lleno y la afición aprieta, el equipo de casa parte con una ventaja sobre el rival. El jugador número 12, al que tantas veces llaman los jugadores y entrenadores para que les lleve en volandas a la victoria, no hace sino entorpecer las opciones de éxito si el estadio en cuestión es el Cartagonova y el equipo al que hay que ayudar es el Efesé. Con una maldición que se remonta a tiempos inmemoriales, a algunos nos tocó llevarnos el primer palo la "noche de los cuchillos largos", más conocida como el "cordobazo", en la que el Estadio se vestía de gala con 20.000 personas (en tiempos en los que no había butacas todavía), en una cita que había creado una expectación en la ciudad portuaria muy por encima de lo que ahora (que es mucho) se podría pensar. El Cartagonova perdía su ascenso en casa, 1-2, en un partido en el que le valía el empate y que imprimió el primer golpe de realidad a los potenciales aficionados albinegros, que como yo, vivían su inaugural noche de amargura cartagenerista.

Había pasado mucho tiempo y tras muchos años de espera el ascenso volvía a tocar la puerta del estadio, esta vez en eliminatoria (frente al Córdoba fue en la extinta liguilla de ascenso). Venía el Vecindario, un modesto equipo canario al que todos dábamos por eliminado. La ciudad, de nuevo volcada con un equipo que fue líder, el líder más sólido,
fiable y exquisito que ha pisado el recinto de Benipila y esta vez, también naufragó. La suerte, la desgracia o la maldición del Cartagonova lleno hicieron el resto. Seguramente es lo que le tocaba a la generación que venía por detrás.

El fútbol, que aprieta pero no ahoga, nos dio una tregua y se alió con el Efesé en 2009, no por el ascenso real, sino por dejarnos la oportunidad de jugarlo fuera de casa. Tras tres años en el cielo, llegó el crudo descenso a la categoría de bronce y con él volvieron las fases de ascenso en las que la maldición se acentuaba. El Caudal de Mieres fue el primero y el Avilés, que posteriormente se aprovechó de tal situación en el partido de ida (aunque aquí la entrada no fue tan abultada). Tras ellos, otros muchos encuentros cruciales con la afición impulsando a su equipo se iban por el sumidero en las siguientes campañas. Betis B y La Roda, por ejemplo, vieron como un equipo hundido metía 12.000 gargantas para evitar el descenso de categoría y ocurrió lo que tenía que ocurrir. El Cartagena volvió a fallar y debía jugarse la salvación a una eliminatoria y el fútbol, que aprieta pero no ahoga, de nuevo permitió mantener el lleno maldito para el partido de ida.

Es difícil dar una explicación, pero si buscamos en nuestra memoria y recordamos lo que llevamos viviendo en este estadio cuando se llena, invade el pavor por un posible partido en casa en el que se vuelvan a superar los 10.000 aficionados y la ciudad se vuelva a ilusionar con su Efesé. Los fantasmas se ahuyentaron la temporada pasada en un encuentro frente al eterno rival, con un gran ambiente en el estadio, pero en el que realmente el que más se jugaba era el visitante. Esta última ocasión venía un mal Murcia, el ambiente fue de primera, pero el resultado ha vuelto a ser el de siempre.

Al final, tan intensa es una creencia, que acabamos transmitiéndosela al que tenemos al lado y por muy escépticos que seamos, siempre miraremos con desconfianza un Cartagonova con ambientazo. Me incluyo, ya que mantengo que el Cartagena lo tiene más difícil que nadie para subir porque para que eso sea posible, además de jugar el play-off, debe de hacerlo lejos de nuestra ciudad en el partido de vuelta. 


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