Dispuso la suerte, esa histórica ausente en el fútbol de esta tierra, que el rival de Primera División al que debiera enfrentarse el Cartagena en la próxima ronda de Copa del Rey fuese el Sevilla, como premio a haber logrado superar al Talavera el pasado 20 de septiembre. Allá por entonces, en la semana tras la “lejana” Jornada 5, todo eran rosas alrededor del conjunto albinegro. Éramos cuartos clasificados, con el mayor bagaje anotador del Grupo IV junto al Betis B y se habían encadenado tres partidos consecutivos sin encajar gol alguno, por lo que la sangría defensiva con la que se había empezado el campeonato parecía haberse resuelto. Únicamente cabían pensamientos positivos en aquellas fechas, este año sí que íbamos a disfrutar de un delantero que materializase sus ocasiones en una proporción razonable, y además podía ser que nos cayese el gordo y viniera un Real Madrid, Barça o Atlético de Madrid dentro de un mes. Joder, iba tan bien todo que hasta se anunció el cambio de césped del Estadio después de tres décadas con el mismo. Lamentablemente, y conociendo nuestros precedentes era lo más predecible, la arcadia feliz pronto tocaría a su fin.
Monteagudo en su presentación |
ante el Córdoba B un partido que se mereció ganar y la última etapa del susodicho tramo es reciente, salimos derrotados de Marbella con gol de Chus Hevia.
Ahora nos hemos visto décimos en la clasificación, a 4 puntos del líder -inalcanzable, vaya- y poco menos que toca destruir todo lo construido. Por lo visto, estamos a mediados de marzo y apenas queda margen de maniobra, y tenemos que echar a Monteagudo. Como versión 2.0 del JIM dimisión que tanto daño acabó haciendo al Club en su día. Esa es la reflexión que más se repite en boca de los aficionados tras el resultado del domingo. Y que conste que a mí lo de que hubiese seguido aunque se hubiera perdido 0-23 contra el Recreativo el año pasado me pareció una sobrada, al igual que innecesaria vi su renovación hasta 2019, pero vamos a calmarnos, como dice el meme de Squirtle.
Para los más olvidadizos, que no recuerdan cuando sí hemos estado sin entrenador, simplemente me remito al equipo que cogía el propio Monteagudo y que levantaba para acabar clasificándolo a Copa del Rey en la temporada 2015/16. También repasaría el transcurso del año pasado, en el que nos hizo campeones de invierno a falta de una jornada para terminar la primera vuelta, y sin contar con un punta goleador en condiciones. Luego, tras un mercado de enero en el que la plantilla se descompensó, dependimos exclusivamente de Arturo arriba, porque Germán no era un 9, y nos vinimos abajo. Sobre la bocina, fuimos cuartos y competimos más que dignamente en el play-off, superando al Alcoyano.
Así que, analizando su trayectoria aquí, no entiendo que llegado el presente curso haya tanta gente con la guadaña preparada y esperando el más mínimo derrape del míster para aplicarla. Como si en Cartagena se ascendiese año sí y año no, y el año que no se asciende es porque hemos acabado casi líderes y llegando a semifinales de Copa del Rey. Claro que la situación es mejorable, y hay que ser ambiciosos, pero no menos cierto es que también es susceptible de haber sido mucho, muchísimo, peor. No veo razonable estar en octubre y exigir pelear el liderato, esperar recibir al Madrid en Copa y tener que jugar como los ángeles o se corta por lo sano. Ah, y pagando 10 € cuando sea la visita del rival de Champions, que no se nos olvide.
El equipo ha disputado ocho partidos en apenas un mes (literal, cinco jornadas y tres rondas de Copa entre el 19 de agosto y el 20 de septiembre) y es comprensible que el rendimiento se haya visto resentido. En las próximas jornadas, que no va a haber partidos entre semana, confiemos en comenzar a escalar puestos y si no ocurriese ya veríamos, pero no le quitemos la silla a Monteagudo antes de ir a Sevilla. No sería justo. Y a quien no convenza mi argumento le invito a que mire a la Ponferradina o al Murcia, que han llegado tan lejos como nosotros en Copa y están en puestos de promoción a Tercera.
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