“No hay mérito mayor que aprovechar la
oportunidad en todas las cosas”. (Píndaro)
No sé si el partido de esta tarde
ha sido un derbi, de esos de recuerdo, de pelea, de golpes, de enfrentamientos
y hasta de empate en el resultado. Quizá no, excepto en el resultado. Recuerdo
algún que otro derbi de los que se peleaban en el desaparecido Armajal y que
muchos, al no saber recordar otras cosas, lo hacen cansinamente. Eran derbis en
los que la fanfarria anunciadora duraba toda una semana y, según quien lo
ganara, se agregaba otra más y, en los casos especialísimos, hasta otra más.
Hoy no. Ya no hay fanfarria y, si la hay, ésta se ha diluido en un instante, en
ese pronto en el que la afición se ocupaba de aparcar en las cercanías del
estadio y, a lo sumo, hasta que se ha apagado el plan que el equipo contrario tenía para zurrarle al otro el primer sopapo en la boca.
Hoy no ha habido tensión ni fanfarria ni pegada ni nada. Si hubo unos golillos
sueltos por cada bando. Se ha visto esta tarde, comenzó el partido cero a cero
y terminó empatando a un gol por equipo.
Al FC Cartagena esta tarde no han
podido sacudirle con fuerza de brócoli, aunque al principio si dio la sensación
iban a hacerlo en todo lo alto del paladar y hasta pareció que el Icue, delante
de la pantalla de su televisor, sentía el golpe. Sí, sí, nos han pegado en la
boca al no ser éste un derbi de aquellos derbis que inspiraban condescendencia
y
compasión por el viejo enemigo en toda una generación, en la nuestra. Este no fue un derbi, nadie se endemonió y ninguno de los dos contendientes dio toda una lección de temperamento que derritiese a esos que se hacen llamar peloteros como si todo el estadio se hubiera convertido en un microondas. Este partido no habrá tenido nada de derbi, pero sí parecía una insulsa emboscada en cada palmo de terreno del Artés Carrasco. No ha sido un derbi al uso al no haber toda esa antología de patadas, añagazas, choques y trucos subterráneos propios de los derbis.
compasión por el viejo enemigo en toda una generación, en la nuestra. Este no fue un derbi, nadie se endemonió y ninguno de los dos contendientes dio toda una lección de temperamento que derritiese a esos que se hacen llamar peloteros como si todo el estadio se hubiera convertido en un microondas. Este partido no habrá tenido nada de derbi, pero sí parecía una insulsa emboscada en cada palmo de terreno del Artés Carrasco. No ha sido un derbi al uso al no haber toda esa antología de patadas, añagazas, choques y trucos subterráneos propios de los derbis.
Sé que el gusto contemporáneo
exige partidos mas prolijos y bonitos, pues somos esclavos de esa palabreja, tiqui-taca,
que acuñó y popularizó un tal Andrés Montes allá por la década de los 80 del
siglo pasado y que en sus retransmisiones sonaba como aquellas melodías
musicales que su madre, la cubana Zenaida González Manfugás, interpretaba en
ese piano que tanto amaba. Pero no, el Icue se queda con el fútbol embravecido
de ayer y que derramaba aromas de los derbis de siempre, disputados con esa temperatura
en la que el juego decidía menos que el alma, y digo alma para no referirme a
órganos más palpables y escatológicos. En ese ambiente de batalla, si este
hubiese sido un derbi, el FC Cartagena habría mordidos. Hoy no, esta tarde no
ha habido mordida y sí algún futbolista desertor que sólo apareció para
participar en el arreón final, cuando los locales, exprimidos por la exigencia
física, ya se habían refugiado treinta metros más atrás para defender el
resultado.
El Icue siendo niño disfrutaba
mucho, quizás demasiado de esos partidos pendencieros, bravos y hasta con excesos
de vehemencia. ¡Qué grandeza cuando se perdía la compostura y se amagaba con un
“sujetadme, que lo mato” de manual y que solamente, visto y recordado desde
hoy, era un gesto calculado para encender la grada cuando el derbi se
desvanecía!
¡Ay amigos de este nuevo blog al
que desde ayer el Icue se ha trasladado! Esta tarde me ha dado la impresión de
que hemos asistido, en lugar de a un derbi, a un desafío del sub-fútbol al que
no hemos sabido adaptarnos, donde ningún jugador cartagenerista ha sabido
adaptarse ni dar la cara y sólo hemos presenciado algún rato de zarandeo. Habrá
que pensar en algún entrenador y jugador/es que nos devuelvan los derbis como
aquellos donde sólo se soñaba con vasos voladores y donde se mascaba esa
antigua tensión de la ciudad, que esta tarde se ha perdido porque, puede ser,
estará esperando aparecer en la tarde del próximo sábado. ¡Ay, ay, ay! Sean buenos,
estos son sólo girones de un sueño.
Pedro-Roberto J.P. desde el “Rincón del
Icue”. Dies 4/24: ante diem octavum Kalendas
Maias. Nº 02 en el Efesehistoria.
Texto El Rincón del Icue. Fotos http://qapta.es/. Copyright ©
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