viernes, 18 de noviembre de 2016

Viento en popa, a toda vela

“Con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela, un velero bergantín” son los versos que inician uno de los textos más célebres de la literatura española, la Canción del Pirata escrita por José de Espronceda. A la localidad natal del autor, Almendralejo, rendirá visita este fin de semana el Cartagena, flamante nuevo líder del Grupo IV, con el ánimo de afianzar su posición recién estrenada.

Hace unos días, justo antes del partido frente al Sanluqueño, expresaba en estas líneas que no concebía que el conjunto albinegro no fuese a estar hasta final de temporada peleando por ser campeón de grupo, viendo el nivel de los rivales y el potencial cartagenero, y parece que lo hubiera comentado de forma premonitoria. A la más que previsible victoria de los de Monteagudo, ante el colista, le acompañó la fortuna y un decadente Marbella no lograba pasar del empate en casa. La consecuencia de ambos resultados: el Cartagena volvía a ocupar la primera plaza de la competición liguera, tres años después de la última vez que lo hiciese. Desde la Jornada 14, casualmente la misma que ahora, pero en la temporada 2013/14 y con Tevenet en el banquillo. ¡Albricias! Dicho liderato de hace tres años, para nuestra desgracia, fue efímero. Perduró esa única semana y, además, estaba compartido en puntuación con el Albacete. Los dos conjuntos teníamos 30 puntos, aunque nosotros contábamos con mejor golaverage general. El domingo siguiente se perdía en Cáceres (para los frikis de los paralelismos, es una provincia de Extremadura) y nunca más supimos del primer puesto, hasta hoy.

Jack Sparrow a bordo de La Perla Negra
Volviendo a la actualidad, está más que bien haber recuperado la sensación de lo que es ser líder. El sentirse importante y, sin olvidar la humildad, dar un aviso para navegantes. Que para eso somos el Cartagena y esto es la 2ªB. Eso sí, sin obsesionarse. Ojalá no
sucediese, pero es más que probable, estadísticamente hablando, caer en algún momento de la cabeza de la tabla a lo largo de la liga y ello no debe suponer ningún drama para nadie. Ni siquiera para los quemasangres. Lo importante es estar ahí, en la pomada, en abril y mayo.

La primera piedra que afrontamos como líderes es el estadio Francisco de la Hera, de Almendralejo, y no tiene porqué asustar. Cierto es que el equipo se denomina Extremadura y parece que pudiera intimidar al ser el nombre de toda una Comunidad Autónoma, pero nada más lejos de la realidad. Sería similar a que el club de localidades del tipo Calatayud o Barbastro se llamase Aragón. No deja de ser el equipo de un pueblo, seamos sinceros. Añadiendo que, en este caso, es un club de reciente fundación, distinto al CF Extremadura que llegase a jugar en Primera a finales de los 90s. Aquella etapa, mal llamada gloriosa, hipotecó a una entidad que contaba con casi 100 años de historia y acabó por enterrarla. Antes del citado capítulo, los azulgranas, mayormente habían transitado por Tercera División, con un paso esporádico en Segunda en los años 50s. Reitero, no hay porqué asustarse. Incluyo, para los frikis de antes, que la última vez que se venció allí fue un 20 de noviembre, de 2005 concretamente. Mismo día que este domingo.

Nosotros a lo nuestro, que va viento en popa a toda vela. Aunque, personalmente, no puedo evitar echar un ojo a los compromisos de nuestros inmediatos perseguidores. Lorca y Marbella también juegan lejos de sus estadios este fin de semana. El primero en el Nuevo Colombino de Huelva y el segundo en casa del Sanluqueño. Ambos locales muy necesitados de puntos, así que quiero confiar en ellos. Que se hagan un favor ganando y, a la vez, nos lo hagan a nosotros. A ver si, entre todos, poniendo un poco de nuestra parte conseguimos prolongar la actual feliz situación del Cartagena.

Y, concluyendo, me he vuelto a acordar de la figura de Walter Pico. Como el día que escribí del no fichaje de Zé Albert. El flamante exjugador de Boca Juniors vistió la albinegra media campaña en la temporada 1999/00, cedido por el Albacete. Aquí no hizo nada. A su regreso rescindió el contrato de 80 millones de pesetas con los manchegos y el siguiente año jugó en el equipo de Almendralejo, en Segunda División. Allí, al menos, anotó un par de goles.


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