jueves, 6 de octubre de 2016

Hace 20 años el efesé se fue a dormir

Hoy, 6 de octubre de 2016, se cumplen veinte años desde que el Cartagena FC se echara a dormir, deportivamente hablando en categoría senior, y dejase huérfanos a los seguidores de quien había representado al fútbol de la ciudad departamental durante más de medio siglo. Era la Jornada 6 del Grupo XIII de Tercera División y el efesé debía jugar ese día en Fortuna. No lo hizo. El equipo no se presentó en El Saladar y, advirtiendo el hecho de que si se repetía la infracción serían expulsados de la competición, el jueves de la semana siguiente se anunciaba oficialmente la renuncia a seguir compitiendo. De esta deprimente manera se ponía el punto, posteriormente supimos que y aparte, a la trayectoria del club que no hacía tanto disputaba sus encuentros en El Almarjal.

Era la temporada 1996/97, la segunda consecutiva en Tercera tras el descenso administrativo de 2ªB en agosto de 1995 y haber perdido la última oportunidad de resurrección en junio de 1996, con el estrepitoso 6-0 en Llíria en el play-off de ascenso a la categoría de bronce. Estaba Andrés Bolarín como Presidente y Perico Arango de entrenador. La liga comenzaba el 1 de septiembre, pero el peor de los finales posibles se intuía en el horizonte inmediato. Sin contar con la deuda total, cifrada en más de 700 millones de pesetas, en agosto Andrés Bolarín era arrestado por tráfico de estupefacientes y no saldría de prisión hasta casi el citado mes de octubre.

En lo estrictamente balompédico, aquel Cartagena FC estaba formado por jugadores mayormente de perfil bajo y/o canteranos. Además, el Club miraba de reojo a los emergentes proyectos del Cartagonova FC de Florentino Manzano y Cartagena Atlético de José Luis Belda; que, aunque no se dijera abiertamente, habían nacido para sustituirle. De las cinco primeras jornadas el efesé no consiguió ganar ninguna. Las estadísticas
reflejaban un solo gol a favor y tres en contra, traducidos en tres puntos gracias a tres empates. El conjunto albinegro estaba situado en el decimosexto lugar de la tabla y, como cabía esperar imbuidos en aquel ambiente institucional, los impagos hicieron acto de presencia desde el primer día. Los jugadores de mayor caché se amotinaron ante la ausente Directiva y decidieron no jugar más partidos para poder fichar por otros equipos de la categoría. Así acabó la historia.

Entonces, el último partido oficial del Cartagena FC había sido el 29 de septiembre con el Lorca CF, ante poco más de doscientos aficionados en el recinto de Benipila. El encuentro acabó sin goles. Un digno empate ante un rival con aspiraciones, que acababa de descender de 2ªB y que le compitió el liderato del Grupo XIII al propio Cartagonova FC aquella misma temporada. Y es que sí, padre e hijo, o mejor dicho, testador y a la postre heredero del fútbol en la ciudad debían enfrentarse a finales de diciembre de 1996 en la Jornada 18 de Tercera División. Evidentemente, la cita nunca se produjo por culpa del coma paterno.

No obstante, el Cartagena FC no llegó a desaparecer para que el equipo juvenil pudiese seguir compitiendo en División de Honor. Logrando la permanencia a final de temporada, por cierto. El CIF no se perdió, porque no hubo disolución de la entidad, y, tras un largo éxodo por varias plazas del municipio en las que poder asentar las bases, el Cartagena FC senior volvía a la vida en la campaña 2002/03, en categoría Primera Regional. Ya situado en la recién construida Ciudad Deportiva de Gómez Meseguer. Posteriormente, después incluso de haberse desempeñado como filial del FC Cartagena de Paco Gómez, el efesé conseguiría regresar de forma intermitente a Tercera División. Aunque con una política más orientada a la cantera y olvidando cualquier pretensión de erigirse como primer equipo de la comarca.

A título personal, considero dicho capítulo como uno de los mayores errores que ha vivido nuestra ciudad, en cuanto a fútbol se refiere. Lo que en otros lugares, que hoy día bien pueden enorgullecerse de su solera balompédica, no se consintió aquí sí se consumó. Entre todos, permitimos que el club que debía ser patrimonio de los cartageneros se apagara sumido en el más oscuro de los olvidos. Y, sinceramente, espero que hayamos aprendido la lección para no repetirlo en el futuro. Aunque, visto lo visto en los últimos tiempos, desgraciadamente, parece que a algunos no les importaría reproducir aquel triste episodio.


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